miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mi primera vez con un Militar amigo de mi padre

Autor: Lalo
Ciudad de México, México



Mi nombre es Lalo y esto ocurrió hace casi diez años, cuando yo tenía 16 o 17 años. Vivo en Bosques de Aragón (quizá la mejor colonia de Ciudad Netzahualcóyotl), mis padres siempre buscaron darme lo mejor (económicamente hablando), por lo mismo siempre acudí a escuelas particulares pero exclusivas de varones, lo cual quizá marcó mi fijación por los hombres, en ocasiones, en los baños me masturbaba mutuamente con algún hermoso compañerito y alguna vez tuve sexo oral mutuo, pero nunca pasó de ahí.

Soy el menor de 3 hermanos, siempre he sido un chico delgado, pero con piernas gruesas y nalgas muy paradas, pero en aquel entonces creo que estaba en mi mejor momento, pues estaba más joven, mi cabello es negro, abundante y quebrado, mi piel es blanca, mis ojos café oscuro pero muy grandes y pestañados, y con ceja poblada en forma de arco, mido casi 1,80 y mis dientes están bien alineados por lo que me dicen que tengo hermosa sonrisa.

Mi padre es militar de muy buen grado (mismo que no mencionaré por respeto a su posición). Un buen día, casi al final de las vacaciones de verano, mi padre trajo a casa a un Cabo que había sido suspendido por 6 meses de sus funciones debido a una sentencia dictada en la Corte Marcial de la SEDENA. Al parecer mi padre le tenía aprecio al Cabo y como éste sabía hacer trabajos de albañilería, plomería, electricidad, etc., pues le ofreció trabajar en nuestra casa haciendo algunas reparaciones como reparar el salitre del cuarto de la sirvienta y de las paredes de patio, resanar otras paredes, pintar toda la casa, impermeabilizar la azotea, lavar la cisterna y los tinacos, cambiar tuberías de todos los baños, en fin, suficiente trabajo para varios meses.

Desde la primera vez que lo vi, el sujeto me impresionó, no era un hombre muy alto (medía como 1,70) pero sí era muy varonil, cuarentón, güero de rancho, de esos que están muy quemados por el sol, de ojos zarcos (entre amarillos y verdes), ancho, robusto, serio, sin bigote ni barba. Mi padre casi me pega para sacarme del trance o shock que me provocó el Cabo cuando lo vi por primera vez, ahí fue cuando me presentó “éste es mi hijo Lalo, el señor es el Cabo Julián”, él extendió su mano y viéndome directo a los ojos, con voz muy varonil me dijo “mucho gusto joven”, al estrecharla, una extraña sensación subió por mi brazo y recorrió todo mi cuerpo. Tuve que subir a bañarme con agua fría para bajar los calores que me provocó la presencia de ese hombre, pero antes, escuché cuando se disponía a trabajar descarapelando la pintura, por lo que desde mi ventana (la cual da al patio de la casa) lo observé quitarse la camisa y quedarse en jeans ¡Dios! ¡que bien llenaba esos pantalones! Parecía que sus nalgas y sus muslos iban a reventarlos, pero además, con el torso desnudo pude ver que tenía unos brazos, piernas y pecho demasiado voluminosos, bien marcados, con cintura bien definida, y su pecho lleno de vello con el respectivo ‘camino a la felicidad’ que descendía por su abdomen semi-marcado, hacía mucho calor y el hombre ya empezaba a sudar.

Tuve miedo de ser sorprendido en mis fantasías por lo que me metí al baño de mi recámara a darme una ducha fría. Mientras me bañaba, sentía algo inexplicable, un deseo lujurioso que no podía contener, mi pensamiento estaba clavado en ese hombre tan viril que me enloquecía. Al salir del baño escuché a mi padre avisar que saldría al Centro de Ciudad Nezahualcóyotl a comprar la pintura y parte del material a una tienda que le daba puntos por cada compra realizada, así que quise bajar a apreciar a tan exquisito espécimen con el pretexto de hacer agua de sabor, por lo que únicamente me enredé una toalla y así baje a la cocina, llené el vaso de la licuadora con agua, agregué un poco de piña, azúcar y empecé a licuar. Cuando apagué la licuadora escuché atrás de mí, desde la entrada de la cocina la voz varonil del Cabo Julián preguntando “¿me regalas un poco?” a lo que inmediatamente accedí, me agaché para sacar otro vaso y noté que me estaba viendo como si me desnudara con la mirada, serví el agua y al recibirla con sus dedos alcanzó a acariciar los míos diciendo "hace mucho calor ¿verdad?" cuando empezó a beber el agua de piña, la espuma empezó a escurrirle por la comisura de la boca y por ende, a descender suavemente por su velludo y bien formado torso, lo que me llevó a fijarme en el bulto que estaba por reventar su pantalón ¡el hombre estaba excitado! Pero además, el botón de hasta arriba de sus jeans estaba desabrochado.

En eso, él puso el vaso en la mesa, sobó su paquete y yo quedé hipnotizado, en eso me dijo “¿te gusta la verga?” y yo contesté simplemente “sí”, él se bajó el cierre y sacó su miembro para ofrecérmelo preguntando “¿me la quieres mamar?” yo ni tardo ni perezoso hinqué una rodilla y caí directo a sus pies, tomé con una mano su camote y lo sumergí en mi boca, si bien, no era una verga muy grande, sí estaba muy gruesa, de hecho, es la verga más gruesa que he probado en mi vida.

Mis carnosos labios empezaron besando su glande, luego él me dio un pequeño empujón para animarme a abrir la boca y meter más, por lo que mi paladar recibió varias veces el rose de su verga, en eso me sujetó de los cabellos todavía empapados y después de un rato de guiar dulcemente la mamada que yo le estaba dando me levantó sin soltar mis cabellos y me dio un beso muy profundo, era la primera vez que probaba la lengua de un hombre ¡y qué hombre, Dios mío! Me separó de su boca y me dijo “no he tenido mujer desde hace dos o tres meses que me encuartelaron”. Bruscamente me recargó de frente a la fría pared de azulejos y me arrancó la toalla de mi cadera, la cual para entonces aun no había caído a pesar de mi erección, recargó su torso contra mi espalda y su pija contra la raya de mi culo, cabe resaltar que para alcanzarme tuvo que abrirme las piernas pues no era muy alto. Me dijo en ese momento “que rico culo tienes ¿ya te la han metido?” a lo que contesté con la verdad “no, nadie lo ha hecho aún” inmediatamente sentí sus labios, dientes y lengua descender magistralmente por mi cuello y mi espalda hasta llegar a mi culo, ahí solo me dio unas mordidas en las nalgas, me abrió el culo y lo escupió. Se incorporó y empezó a restregar su pinga entre mis nalgas, su verga resbalaba muy rico y la sensación que me provocaba era única, como si estuviera en el Cielo. Escuché su voz decirme “muy bien chiquita, ahora vas a ser mi mujer”, eso fue ¡el clímax total! Me empezó a meter la cabecita, la cual empezó por dolerme un poco, pero en seguida se me quitó, poco a poco, la penetración fue más deliciosa, cuando me dí cuenta, ya llevaba un rato levantado en vilo por atrás y sin ningún sostén que los brazos y el camote del macho que me estaba arremetiendo de un modo sin igual y fue cuando me vine por primera vez.

En eso, se detuvo, sin sacármela me condujo al comedor, nos sentamos en la silla de la cabecera ¡donde come mi padre! Ese lugar a donde nadie osaba sentarse jamás, ahí me hizo voltearme de frente hacia él y cabalgarlo como nunca antes lo había hecho al tiempo que lo besaba y luego bajaba sus labios a besar mi lampiño pecho y succionar mis tetillas ¡Dios! ¡Estaba en la gloria! En eso me levantó en vilo ¡como si yo no pesara nada! Arremetió la velocidad y la intensidad de la cogida durante unos minutos y sentí como se venía a chorros en el interior de mi culo, al tiempo que yo también me venía por segunda vez.

Habíamos quedado exhaustos, pero aun así seguíamos besándonos. Julián me dijo “desde ahora y para siempre vas a ser mi mujer y cuando yo quiera te la meteré” yo asentí sin discutir ¡era un sueño hecho realidad! Desde ese día, casi diario me quedaba en las mañanas en casa, aguardando desde la esquina a que mis padres y mis hermanos salieran a trabajar y así regresarme a gozar con mi amante. Lo hicimos en la sala, en mi recámara, en la recámara de mis hermanos, en la recámara de mis padres, en el cuarto de la sirvienta, en el patio, bueno… ¡hasta en la azotea! pues un sábado, cuando Julián lavó la cisterna, mi padre me pidió que subiera a ver si caía el agua en el tinaco y atrás de mí subió Julián, fue un momento muy chachondo, pues mientras mis padres me gritaban preguntando si caía agua, yo contestaba con la verga de mi amante adentro del culo.

Mi romance con Julián terminó cuando regresó a sus labores en la SEDENA y lo enviaron a Manzanillo o Mazatlán, no recuerdo bien, solo recuerdo que me llamó por teléfono, nos vimos en un café y nos fuimos a un hotel a despedirnos, ambos lloramos la separación, fue hasta entonces cuando supe que era casado, con dos hijos casi de mi edad, que su mujer ignoraba la suspensión en el ejército y que tardaría en volver a verle, por lo que con eso decidí no tomar sus llamadas si llegase a tratar de comunicarse conmigo, a pesar de que es el mejor hombre que he tenido en la cama.

FIN.

Lalo


¿También tienes un encuentro Militar que contar? Envía tu relato con tu nombre o apodo y la ciudad de donde escribes a academiamilitargay@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

¿Dónde te gusta acabar / que te acaben?

¿Qué tipo de vello facial te da más morbo?