jueves, 3 de noviembre de 2011

Mi Servicio Militar

Autor: Machitomen
Ciudad de Nueva York, Estados Unidos


Nunca he sido amanerado ni nada de eso, más bien parezco buga (hetero) pero siempre he sabido que me gustan los machos, eso lo sabe mucha gente y la mayoría de mis amigos son heteros por lo tanto no estoy muy involucrado en el ambiente.

Esto que les voy a contar sucedió cuando yo andaba en los 17 (actualmente tengo 29), resulta que me tocó hacer el servicio para liberar mi cartilla militar. Mi generación fue la primera en donde el servicio militar era para ayudar a los chicos que no tenían terminada la secundaria y obviamente los que sí la tenían, los apoyaban como instructores. Dentro del servicio, que era cada sábado, me hice amigo de dos muchachos, que era con los que echábamos desmadre y nos tomábamos las cervezas casi cada fin de semana.




Llegó el 5 de mayo y preparábamos los honores en el zócalo de la ciudad y ahí estábamos mis amigos y yo en plena fiesta, cuando de repente llega un cabo y me dice, "¡hey!, muévete a este grupo, lo ordena el sargento" (estábamos en grupos de 5), y me separaron de mis amigos, de pronto se me acerca el ''sargento'', y me dice: "yo te mandé traer, ya te vi que estás echando desmadre y aquí yo te voy a alinear", así que pasé el sábado aquel con mucho calor, sediento y sin poder moverme ni para tirarme un pedo, ya que el sargento no se movió de mi lado ni un ratito.



Al fin de semana siguiente, por casualidad mis amigos faltaron y a la hora de receso, se me acerca uno de los soldados y para sorpresa es el mismo que me había roto lo huevos la semana pasada, también era la primera vez que lo apreciaba y pude ver que era un tipo moreno por la disciplina de ejercicios bajo el sol que llevan, espalda ancha, brazos grandes, de un 1.90 cm, piernas bien formadas y con una cara cachonda y muy varonil, bien afeitado aunque noté que es de barba cerrada y como de 30 años aunque más tarde supe que sólo eran 24.

Me gustó (y a quién no, aunque fuera feo, el hecho de traer uniforme militar calienta hasta un muerto), lo primero que me imaginé fue verlo desnudo con mis piernas en sus hombros mientras él me limaba; su presencia me hizo reaccionar al momento que me preguntaba, "¿tú fumas mota?", sorprendido y con cara a la defensiva le contesté, "no, yo no le pongo pero... si quieres te consigo", sonriendo me dijo "no, aquí tengo pero te estoy invitando"... fue el inicio de una plática como de una hora.

Me contó que es de Sonora, y creció en la pobreza, noté entre otras cosas que había llevado una vida rebelde y se sentía frustrado por algún motivo, casi no sonreía, hablaba firme y con frases cortantes, y bueno, me dijo que casi no tenía amigos y esa misma tarde saldría franco, pero no tenía a donde ir, ya que su familia vivía en el estado, le dije pues si quieres saliendo nos vamos juntos y vemos qué onda, asintió con un movimiento afirmativo con la cabeza.

Cuando salimos le dije si quieres vamos a mi casa para echarme un regaderazo y de ahí nos iríamos a algún lado, pasamos a una tienda por un par de cervezas y al llegar lo invité a mi cuarto, puse música y me metí a bañar, lo invité a que hiciera lo mismo y aceptó, como iba preparado con ropa vi como se desnudó frente a mí, me hice el disimulado como sin importancia y se metió al baño, ya cuando salió se puso su ropa, botas vaqueras, un pantalón de mezclilla ajustado que remarcaba sus piernotas y un buen bulto entre las piernas, camisa blanca y cabello recortadísimo, wooooooowwww, el mejor ejemplar de macho que había visto hasta entonces, se terminó su cerveza y dijo... "¿nos vamos?"

Pasamos a comer algo y después fuimos a tomar unas cervezas a un lugar que él sabía por el toreo (siendo militar... ¿a dónde más, no?), entre cervezas, cigarros y hablando cosas sin importancia y de vez en cuando una carcajada socarrona nos dieron las 11 de la noche, se puso medio serio y me dijo, "no juegues, hace un rato que no cojo y ya se me está parando la verga", le dije, "pues si quieres vamos a movernos por ahí y buscamos unas viejas que nos hagan el paro", sin dejar que terminara me dijo, "mejor compremos un tequila y nos metemos a un hotel", negándome rotundamente a los 15 minutos ya estábamos en la licorería pagando el tequila, le dije "¿y qué onda, sigue la invitación del cigarrito de mota?", abrazándome por los hombros me dijo "no inventes, estás muy chico para esas cosas", molesto le dije "no inventes, ya estoy güevudo". Entramos al hotel.

Después de un jalón de yerbita y dos caballitos de tequila, nos quedamos mudos mirándonos fijamente. No sé cuánto tiempo pasó de pronto se abalanzó a mí y nos empezamos a besar como desquiciados, sentía sus manos en todo mi cuerpo y yo hacía lo mismo con el suyo, no me di cuenta cuándo nos desnudamos al reaccionar ya estábamos en interiores, admiré su cuerpo por un rato, sorprendido comencé la acción, con un beso más tierno y comencé a lamerlo todo, le mordisqueaba las tetillas, él cerró los ojos y sólo jadeaba, se dejaba llevar, me encontré lo pelos que rodeaban su ombligo, duro bajé más y con los dientes retiré su calzón blanco, algo mojó mi rostro salpicándome de líquido transparente.



¡Oh! Dios, siempre he sido de autoestima muy alta, me siento privilegiado con mis 18 cm de carne que tengo pero al ver eso me asusté, eran como 22 cm, morenita con una cabeza rosadita en forma de hongo y aunque es delgada estaba durísima. No perdí tiempo y la empecé a lamer de arriba a abajo y traté de metérmela en la boca, no me cabía, de vez en cuando mi estómago se convulsionaba con ganas de vomitar por el tamaño, pero seguía dándole gusto por un buen rato.


Bajé por las piernas, las mordisqueaba y babeaba, subí por sus chamorros y me encontré en donde las dos piernas se juntan... sólo olí profundo y al sacar el aire vi como él doblaba las rodillas al sentir mi aliento, estábamos al borde de la locura y el placer, subí a su espalda besándole los oídos y la espalda, la babeaba y mordisqueaba, en eso se levanta y me dice... ''demuéstrame que ya estás güevudo, sé mi hombre'', sacó de su mochila un condón y una crema que más adelante usé para lubricar.


Le abrí las piernas y lo empujé a modo de que quedara empinado, y metí mi boca en la raya de las nalgas, su olor a hombre, su sabor a limpio amargo, y los quejidos lograron que mi verga creciera aún más, me dijo "¡¡¡métemela!!!", le puse cremita en todo el culo, lubriqué bien mi fierro ya con su respectivo condón y empecé a jugarle la cabecita en toda la raya, así estuve hasta que noté que empezaba a desesperarse, se la metí de un jalón hasta que mis huevos chocaron con los pelos de su cola, y empecé a moverme violento, él gritaba, noté un gesto de dolor que pronto se convirtió en placer.



Se la saqué y me le quedé mirando, después de unos minutos me dijo "si no me la metes te voy a romper tu madre", le dije "ahora tú y tu culo son míos, pídemela, implóramela", muy a disgusto lo hizo, me imploró que lo siguiera culeando, lo volví a penetrar, ahora con un ritmo sabroso y así estuvimos cogiendo, lo puse en dos posiciones que yo me sabía y en otras dos que ahí aprendí, me dijo sácala y lléname la cara de leche, el simple hecho de imaginar eso, logró que me chorreara dentro de su culito, me quedé bien dormido, al día siguiente amanecí con leche seca en mi pecho y cara, se masturbó y se vino en mí.



Nos metimos a bañar, comimos algo en el centro, intercambiamos teléfonos y hasta en ese momento le dije "oye, a todo esto, ¿cómo te llamas? porque conozco tu culo antes de saber tu nombre" y con una carcajada espontánea me dijo EDGAR. Se empezaba a hacer tarde y nos despedimos. 


Hablamos un par de veces en la semana antes de encontrarnos en el servicio el siguiente fin de semana, mientras yo en el transcurso de esos días no dejé de pensar en él y en lo que pasamos ese fin de semana, yo creo me masturbé unas 100 veces en toda la semana.

Machitomen


¿También tienes un encuentro militar para compartir? Envía tu relato con tu nombre o apodo y la ciudad de donde escribes a academiamilitargay@hotmail.com

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