miércoles, 25 de enero de 2012

Fiesta privada entre Militares

Autor: Hugo
Guadalajara, México




Algunas veces quienes somos homosexuales nos enfrentamos a situaciones que marcan nuestra vida, ahora les voy a contar de algo que me sucedió cuando yo tenía casi 20 años en la Ciudad de Guadalajara.

Había tenido un día terrible, que se complicó en la Normal Superior, pues me había tocado realizar una exposición con un maestro particularmente difícil que consideraba que nuestra mayor calificación, independientemente del empeño que realizáramos, era ocho, a mí esa apreciación me parecía particularmente odiosa, puesto que siempre, mis compañeros y yo hacíamos el mejor esfuerzo, pero ese maestro siempre nos salía con que nuestra calificación no podía pasar de ocho y además, abundaban los cincos, era realmente injusto.

A las ocho de la noche, tomaba tranquilamente un café en un restaurante que se encuentra entre las avenidas Juárez y 16 de Septiembre, en una mesa solitaria, cuando de pronto se acerca un hombre como de 30 años, muy atractivo, y me pregunta si se podía sentar en una silla a lo que yo, indiferente le contesto que sí, pues estaba enfrascado en mis propios pensamientos deseando lo peor para ese maestro que tan mala vida nos daba en la escuela, cuando de pronto mi compañero me dice:
 
"Debe caerle muy mal esa persona, cuando está hablando solo".
 
A lo que yo respondí: "Debería conocerlo y me comprendería", cayendo en la cuenta de que al pensar en la clase, estaba realmente hablando entre mí, desquitando la molestia que sentía.
 
Mi compañero aprovechó el momento y se presentó: 

"Hola, me llamo Fernando... y soy oficial del Colegio del Aire".
 
Yo le di la mano y me presenté, diciéndole que era un estudiante de la Normal Superior, a lo que él respondió que siempre le había agradado la docencia y que respetaba a los maestros.
 
A partir de ese momento, la plática derivó hacia temas intrascendentes, hasta que en un momento dado me invitó a su casa a una fiesta entre amigos para el próximo fin de semana, a lo que yo accedí, intercambiando nuestros números telefónicos.

El viernes por la tarde me habló por teléfono para confirmar la fiesta, quedando en pasar por mí a las cinco de la tarde, cosa que realizó de manera puntual.

Cuando llegamos a su departamento, sólo estábamos él y yo, hizo todo lo posible por mantener una plática interesante, cosa realmente fácil, pues es tan atractivo (güero, casi 1,90 de estatura, simpático) que convivir con él es realmente agradable. Me invitó una copa, yo accedí, pronto nos enfrascamos en una plática donde mezclamos un poco de todo: política, deportes, arte, música, etc., cada que me llenaba el vaso yo me sentía cada vez más achispado, así que cuando comenzaron a llegar sus amigos, yo ya estaba más que alegre.

El caso es que como a las nueve de la noche, en la casa había una reunión de ocho personas (incluyéndome a mí), pues Fernando había invitado a seis cadetes del Colegio del Aire, que lo trataban con sumo respeto, pues era su superior. Todos estábamos muy alegres, yo era amigo de todos y todos realmente se mostraban muy atentos conmigo (demasiado para mi gusto), sin embargo yo era feliz, pues se desvivían por atender al “maestro”, así que hablé a mis padres y les solicité permiso para quedarme en casa de Fernando, a lo que ellos accedieron.
 
En un momento dado yo me sentí un poco mareado, Fernando me llevó a un cuarto y me pidió que bebiera un líquido que aseguró, me aliviaría un poco, lo cierto, es que a partir de allí, no supe más de mí.
 
Debo suponer que la bebida contenía algún tipo de droga, porque me volví como loco, me regresé a la habitación donde estaban los compañeros de Fernando y al ritmo de una melodía comencé a realizar un “Striptease” poniéndolos a todos muy calientes.
 
De pronto todos estábamos desnudos en la sala, yo bailando en el centro de un coro y todos gritando con lujuria, pidiendo que les agarrara sus vergas, a lo que yo accedía gustoso, de pronto tenía una verga en mi boca, después dos y en cada mano trataba de aprisionar las que podía, todos estaban como locos festejando mis hazañas, hasta que de pronto aparece Fernando, quien desnudo y luciendo una tremenda erección, les dice:

"Momento, cabrones, a este putito, primero me lo chingo yo".
 
Y tomándome entre sus brazos me dirige hacia su habitación, donde me depositó en la cama y lubricándome el culo con vaselina, utilizando uno de sus dedos que previamente había ensalivado, me dirigió su tremenda verga, ensartándome de una vez, cosa que le festejé gritando de emoción al sentir todo su palo hasta que sus huevos chocaron contra mis nalgas.
 
Comenzó a moverse con lujuria gritando a sus subordinados: "¡Qué bonito culo me estoy cogiendo!".

Y yo feliz seguía sus acometidas jadeando de emoción al sentir dentro de mí tan tremenda verga, mientras sus compañeros con lujuria seguían todos nuestros movimientos.

De pronto sentí que se vaciaba en mí, inundando con su leche todo mi culo, yo, goloso, en cuanto sentí que me la sacó, dirigí mi boca a su verga y la limpié de todo rastro de la cogida que me había dado.

En cuanto terminé, Fernando se levantó de la cama y dirigiéndose a sus muchachos les dijo: "Ahora sí, cabrones, es todo suyo".

De inmediato, la cama se llenó de cadetes del Colegio del Aire, quienes trataban de meterme la verga. De pronto comenzó una disputa hasta que uno de los cadetes pudo ensartarme el culo, mientras que otro me tomaba de los pelos y me metía su verga en la boca y dos más me tomaban las manos para que les hiciera una chaqueta, se hizo tal desorden, que Fernando tuvo que intervenir, para que aquello no degenerara en una batalla campal.

"¡Momento, cabrones, de uno por uno!" dijo tratando de imponer su autoridad entre sus subordinados, quienes se bajaron de la cama, mientras yo gemía de placer y les exigía que me cogieran, completamente fuera de mí.
 
Fernando dirigiéndose a un cadete, le dijo: "Primero tú González, métesela hasta el fondo", el cadete ni tardo ni perezoso, me acomodó a cuatro patas y al borde de la cama y sin mayor trámite me ensartó, comenzando un movimiento que yo, totalmente descontrolado le secundé, mientras los demás cadetes en fila, esperaban su turno.

Mientras los muchachos esperaban, Fernando se acostó en la cama, frente a mí, exhibiendo todo lo largo de su verga y dirigiéndola a mi boca me ensartó, yo gustoso comencé a mamarle el palo, hasta que sentí que me llenaba toda la boca, como pude me tragué su fierro hasta el fondo, los cadetes gritaban a cada acometida y cuando pude acariciar sus pelos, me estaban echando porras entusiasmados.

De pronto el cadete que me tenía ensartado se vino dentro de mí y de inmediato otro de los cadetes ocupó su lugar, llenando mi culo con su verga joven, gritando de placer, hasta que sin poder contenerme comenzó a arrojar grandes cantidades de leche que me chorrearon por la espalda, cayendo rendido sobre mí, a riesgo de ahogarme, pues en ese momento seguía ensartado por la boca, con el tremendo palo de Fernando.

El siguiente cadete ocupó su lugar, realmente para entonces yo ya casi no sentía las vergas que me metían, pues mi culo estaba más que suficientemente lubricado, sin embargo trataba de seguir los movimientos de cada uno de los muchachos, mientras que con la boca me daba un banquete con la verga de Fernando, quien de pronto se corrió en mí, por segunda vez, mientras el tercer cadete me montaba con frenesí.

A partir de ese momento todo transcurrió como entre brumas, los cadetes faltantes, totalmente desesperados, intentaron montarme a la vez, para ese momento mi culo estaba más que distendido, así que, no sin cierta dificultad dos de los cadetes iniciaron la tarea de ensartarme a la vez por el culo, cosa que lograron, mientras los demás observaban asombrados cómo me tragaba ambas vergas y el restante sin dilación me introdujo la verga en la boca, la cual acepté gustoso.

Pronto los cuatro estábamos gritando de placer, yo exigiéndoles que me metieran sus vergas hasta el fondo y ellos festejando a su putito que les había alegrado la fiesta.

Desde ese momento perdí toda noción de lo que estaba haciendo, así como toda proporción. Yo sólo veía vergas por todas partes y exigía que me las metieran hasta el fondo, no podría decirles cuántas veces me follaron, sólo sé que todos quedaron completamente rendidos y mi culo completamente destrozado, no sabría decirles cuántos litros de leche me cené, pero fueron varios.

Fernando me cogió varias veces, en varias posiciones, dirigiéndose a sus subordinados diciéndoles: "Miren cabrones, así se coge".

Ellos buscando complacer a su jefe seguían sus indicaciones, resultando creativos, pues utilizaron mi cuerpo de todas las formas posibles, metiéndome sus vergas desde diferentes ángulos, hasta que no supe completamente de mí.

A la mañana siguiente, yo me desperté tarde, el culo me dolía terriblemente, casi no podía caminar de tanta cogida salvaje que había sufrido, además mi cuerpo estaba completamente embarrado de semen, todo mi pelo era una mata dura de tanto semen que traía. Como pude me levanté y a mi lado sólo estaba Fernando, quien al darse cuenta que me movía, se despertó y cerrándome un ojo, me preguntó: "¿Te divertiste?".

Yo no podía contestarle, pues sentía que mi boca estaba hinchada de tanta verga que se había tragado, la garganta la sentía completamente irritada, además que me cargaba una cruda terrible.

Fernando al ver mi estado, se levantó y riéndose me condujo hasta la regadera donde comenzó a darme un sabroso baño, de una forma muy delicada, mientras por teléfono encargaba a un restaurante cercano un delicioso plato de menudo, para desayunar posteriormente.

Cuando terminó de bañarme me dirigió a su habitación, donde procedió a cambiar las sábanas y me pidió que me acostara, mientras él procedía a asearse.

Mientras yo lo esperaba, comencé a pensar en lo que había hecho y me asusté, pues toda la orgía se había efectuado sin utilizar ningún tipo de protección y ustedes saben lo que eso significa, afortunadamente siempre he tenido suerte, pues jamas me he contagiado de ninguna enfermedad, pues he sido cuidadoso (salvo esa ocasión) con mis relaciones.

Respecto a Fernando yo no sabía qué pensar, en todo momento, salvo durante la orgía, se había portado como un caballero, no sabía si reprocharle la droga que me había dado para calentarme más, o no. Tenía una cruda moral espantosa, pues era evidente que la invitación la acepté de manera voluntaria y sin reservas y que de manera implícita preveía una sesión de cama con Fernando, lo que no anticipé es que la misma sería con siete cabrones a la vez y que me dejarían completamente derrengado.

El caso es que después de desayunar me sentí un poco mejor, pude platicar sin tapujos con Fernando, quien se disculpó por la treta que utilizó, sin embargo me comentó que como superior, él tenía que ver cómo mantener alegres y contentos a sus subordinados, así que los invitó pensando que saldrían satisfechos, cosa que efectivamente sucedió.

Después de mediodía me llevó de nuevo a casa, afortunadamente mi familia había salido a comer fuera así que dispuse de unas horas para descansar y bajar la cruda, afortunadamente mis padres no se dieron cuenta del estado en que llegué, quedándome de la fiesta particular, una molestia en el culo, que me duró varios días, durante los cuales no quise tener ningún tipo de contacto, hasta que me recuperé totalmente.

P.D.: A Fernando lo seguí viendo mucho tiempo después, en ocasiones sólo con alguno de sus cadetes, pero esas son otras historias, que les contaré próximamente.

Hasta luego.

Hugo


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