martes, 24 de septiembre de 2013

Para nunca olvidar

Autor: Fredie
Moroleón, México


No recuerdo bien la fecha, pero fue en 2004 cuando al estar esperando el autobús en un crucero cercano a donde vivo, le pregunté a un militar la hora; amablemente me respondió y me preguntó hacia dónde me dirigía, por supuesto respondí de la misma manera. Comenzamos a entablar una plática sobre las actividades de cada quien y por supuesto nos presentamos.

Él tenía 27 años y yo 36. La plática duró aproximadamente una hora.

Entre otras cosas me dijo que allí, en ese retén, pasaban momentos de soledad; la conversación se ponía interesante, más cuando le pregunté si el calzón también lo usaban verde, a lo que respondió que no necesariamente enseñándome el resorte.

Le pregunté si tomaba y me dijo que no lo deben hacer pero que una cerveza o una cuba sí. Le prometí que regresaría y así fue.

A los dos días regresé. Llevaba una botella de 3/4 de tequila, invitó a un amigo. Pensé que tomaríamos en la calle pero dijo que nos pasáramos a una cabaña que estaba desocupada, tendieron unos cartones y nos sentamos los tres, por supuesto yo en medio.

Como a la hora se sobó el pene, yo no le quité la mirada de encima. Me pidió que se lo acariciara pero fue poco tiempo porque se lo sacó y se lo comencé a mamar. Eran como las 11 de la noche, afuera estaban varios de sus compañeros, también su amigo salió y nos quedamos solos. Como a los 5 minutos se vino a chorros en mi boca.

Seguimos tomando, platicando y como a las 2 horas se repitió.

Cuando la botella se terminó nos acostamos, eran como las 2 de la mañana. Ya como a las 4 lo acaricié y me preguntó si quería que me la metiera, a lo que feliz le respondí que sí. Eran poco más de las 5 de la mañana cuando nos despedimos y salí del lugar.

Es un hombre guapo y muy limpio. Nuestra relación duró cerca de seis años, aunque solo nos veíamos ocasionalmente. Cuando él veía que tenía posibilidad, me enviaba un mensaje vía celular y yo inmediatamente acudía al llamado.

En total lo hicimos cerca de 50 veces, una de las más excitantes fue en la sierra a la medianoche, cuando con la temperatura como a 7°, me desnudé y no importando que hubiera animales, me acosté para que me taladrara intensamente. Casi siempre eran 2 o 3 veces y en diferentes posiciones.

Él no fue el único, tuve varias experiencias durante ese período. En algún momento les narraré algunas.

Lo que sí me quedó bien claro es que a muchos de ellos, al estar reclutados, se sienten solos y muy a menudo están deseosos no solo de coger, sino también de platicar. Es por ello que para este servidor las relaciones con militares son inolvidables, no solo porque cogen con todo, sino porque son muy limpios y les gusta dominar a su presa.

Fredie


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