viernes, 6 de diciembre de 2013

Militar caliente

Autor: Cabo Primero Julio
Bogotá, Colombia


Soy un militar que vive en Colombia, tengo 26 años de edad y soy completamente gay; aunque en mi país los homosexuales no son permitidos dentro de la carrera militar, me las arreglo para disfrutar de los placeres del sexo con un buen macho que esté arrecho y que sea lo suficientemente morboso como para calentarme.

Mi historia comienza en mi oficina, en el batallón donde trabajo. Era un día caluroso y estábamos en el proceso de selección de nuevos soldados; había bastantes jóvenes, sus edades oscilaban entre 18 y 22 años, muchos de ellos muy apuestos y bastante provocativos.

Entre todos aquellos aspirantes me llamó la atención un joven de 19 años aproximadamente; llevaba puesto unos jeans ajustados totalmente pegados a sus piernas que permitían ver su verga flácida pero bastante provocativa, llevaba sus botas vaqueras y una camisa sin mangas y desabrochada hasta la mitad de su pecho, que permitía ver unos brazos bien definidos y unos pectorales muy trabajados. Lo hice pasar inmediatamente y le pregunte:
 
- ¿Cuál es tu nombre?

- Gabriel, señor -me respondió.
 
Tenía una voz de macho gruesa y ronca que me puso en alerta inmediatamente.

De esta forma continuamos nuestra entrevista y me comentó que era hijo único, que siempre había deseado ser soldado y que le atraía demasiado la disciplina militar.
 
Finalmente terminé por aceptarlo y le dije que al día siguiente podía pasar sus
documentos, para ingresar a la mili.
 
Pasaron algunos días y decidí averiguar a qué horas tendría su guardia aquel día. Y fui afortunado, pues tendría su guardia en las horas de la noche por los alrededores de la piscina. Todas las noches acostumbro a hacer algunos kilómetros de natación y, como es un lugar solitario, me concentro en mis pensamientos.
 
Aquella noche llegó y llegué alrededor de las 10:30 de la noche a la piscina; me desvestí y me quedé solo con unas tangas brasileras que tenían un diminuto hilo dental que solo me tapaba la raja de mi culo; me arrojé a la piscina y comencé a nadar. El agua estaba cálida y eso me comenzó a excitar inmensamente, mi verga trataba de salirse de mi pequeña tanga pero yo la dejé allí para sentirme más a gusto; por fin Gabriel pasó y me saludó:
 
- Buenas noches, señor.

- Hola soldado, veo que le tocó trasnochar el día de hoy.

- Sí señor, con este calor y guardando toda la noche, esta piscina se ve bastante provocativa para un buen remojón.

- ¿Le gustaría bañarse soldado? - le dije a Gabriel sin perder oportunidad.
 
- No me gustaría irrespetarlo señor, no sería conveniente señor.
 
- Vamos hombre ya tiene mi permiso, además nadie viene por aquí a estas horas.

- Está bien señor, pero solo un remojón.
 
Por fin había aceptado y comenzó a quitarse su riata, luego el fusil, se quitó su camisa, retiró su camuflado y su camiseta interna, solo se quedó en unos boxer blancos que dejaban ver su maravillosa verga colgando y sus bolas deliciosas.
 
Gabriel comenzó a nadar y después de unos minutos yo lo seguí en su nado, veía su culo delicioso contorsionándose a cada brazada, luego se detuvo en la orilla y yo a su lado, comenzamos a hablar:
 
- El agua está fantástica señor.

- Sí soldado, el agua está fantástica.

- Veo que le gusta nadar cómodo señor - Gabriel miró fijamente mi tanga y el hilo dental que solo cubría la raja de mi culo.

- Es mejor sentirse cómodo, usted no lo hace nada mal soldado - miré su pequeño boxer y noté un poco de erección en su verga.
 
Su mirada tenía algo de picardía y de sensualidad que me puso a mil.
 
- Perdone señor, pido permiso para hacerle una pregunta personal.

- Sí soldado, hágala - le dije sin la menor duda.

- ¿Está usted bastante empalmado señor?
 
Sobé mi verga con descaro y Gabriel también toco la suya.
 
- Sí soldado, usted me ha hecho colocar la verga a mil.

- Permítame le ayudo señor.
 
Se acercó a mí y tocó mi verga por debajo del agua, nos besamos y me levantó con sus brazos fuertes y atléticos y me sentó a la orilla de la piscina, pasó su lengua por encima de mi tanga y comenzó a lamerla lentamente, mi verga deseaba sentir su boca húmeda. Por fin la sacó por un lado y empezó a mamármela, tenía una boca monumental, era todo un prodigio de la naturaleza.
 
- Sí soldado, siga mamándomela así, no pare, ahhhhh... - gemía como un niño pequeño.

- Levante un poco su culo señor.
 
Movió con sus dedos mi hilo dental y mientras me la mamaba sentía sus dedos entrar dentro de mi culo, movía sus dedos dentro de mí versátilmente.

Gabriel salió de la piscina y se paró frente a mí con su verga totalmente parada dentro de su boxer, lo bajé lentamente y comencé a mamársela, su verga era inmensa, 22 cm aproximadamente, bajé hasta sus testículos con mi lengua, luego a su entrepierna y luego busqué el ojo de su culo, comencé a meter mi lengua hasta el fondo.
 
- Métame su lengua señor, ese culo es todo suyo, está caliente para su boca señor.
 
Metí uno de mis dedos mientras le daba lengua, luego regresé a su verga monumental que estaba a reventarse, saqué su verga de mi boca, nos besamos y nos acostamos húmedos ya no por el agua sino por el sudor. Sentía su cuerpo sobre el mío y su verga buscando mi culo desesperadamente, abrí mis piernas y lo miré.
 
- Culéame soldado, quiero sentir esa vergota dentro de mí, muéstrame las estrellas.

- A sus órdenes señor - me dijo Gabriel.
 
Sentí entrar su verga dentro de mí, era un placer inmenso; se movía con ritmo mientras yo me masturbaba, volvió a besarme y yo le mordía sus tetillas mientras él seguía culeándome, luego sacó su verga de mi culo y se sentó en mi verga, sentía su culo caliente y él gemía fuertemente.
 
- ¡¡¡Ahhhh!!! culéeme señor, más duro señor, síii así, usted culea de lo lindo señor -  me decía mientras yo lo masturbaba a él.
 
Gabriel sacó mi verga de su culo e hicimos un 69 para sentir nuestras leches en la boca del otro. Nos mamábamos las vergas con desesperación mientras nos metíamos los dedos por el culo, por fin Gabriel me dijo:
 
- ¡¡¡Me corro señor!!!

- Deme toda su leche soldado.
 
Su verga comenzó a palpitar y botar chorros de leche caliente que caían en mi cara y en mi boca, yo se la seguía mamando para escurrirle hasta la última gota. Casi al mismo momento sentí que me venía y no tuve tiempo de advertírselo y sentí cómo mi leche salía en su boca y él la tragaba con deleite, cansados y agotados nos besamos, volvimos a bañarnos y él continuó su guardia.

Desde aquel día la piscina ha sido mi lugar favorito antes de irme a dormir.

Cabo Primero Julio


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